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Palacio Cousiño, un recorrido por la historia

 

En el corazón de Santiago se encuentra uno de los lugares más simbólicos de la historia de Chile. De esos sitios que solemos ver día tras día sin percatarnos que sus rincones tienen mucho que contar.

Tras siete años con sus puertas cerradas, el Palacio Cousiño volvió a recibir al público el día del Patrimonio Cultural, en mayo, y desde ese momento los santiaguinos y turistas revivieron lo que fue la vida de una de las familias más importantes del país. No podía dejar pasar la oportunidad de conocer uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad en cuanto a la historia se refiere.

Desde el momento en que pisé el interior del Palacio pude sentir una mística diferente, un aire que me transportó, sin pensarlo, a finales de 1800. La mayoría de sus 17 salones se conservan aún con sus materiales y piezas originales. Madera importada desde Francia, pisos de granito, obras de arte en las paredes e incluso uno lámpara de techo que pesa aproximadamente media tonelada. Definitivamente a donde quiera que miraba dentro del palacio encontraba una belleza sin igual.

La visita guiada me llevó finamente por cada uno de los salones del Palacio. Cada uno con una historia en particular de lo que fue la vida de Doña Isidora, su esposo y sus hijos. Tres generaciones vivieron en esa casa familiar, que tras algunas negociaciones pasó a formar parte del patrimonio cultural de Chile.

Mi recorrido comenzó por el Salón de Recibo, con muebles laminados en oro, y continuó por el Salón de Baile o de los Espejos que, por supuesto, le hace honor a su nombre. Fue muy fácil perderse tras esa arquitectura y la decoración de cada uno de los espacios.

A Doña Isidora le gustaba mucho tomar té con sus amigas e hijos, por lo que era de esperarse un salón destinado exclusivamente a eso. Llamativos sillones y, al fondo, una chimenea engalanaba el salón decorado con esculturas de niños en honor a su primogénito fallecido con tan sólo meses de edad.

Continué por lo que para mí es el lugar más romántico de la casa: el invernadero, construido en fierro forjado y vidrios transparentes que permiten ver un árbol con más de 150 años, que le da sombra al lugar. Seguía el comedor principal, uno de los salones más imponentes del Palacio, que aún conserva sus muebles originales, hechos todos con madera de nogal francés.

El Hall Central es en una palabra: impresionante. Sus cortinas de raso, bordadas a mano, la disposición de sus muebles, su piso y sobretodo su lámpara central, con más de 13.000 piezas de cristal, hacen que éste sea un espacio que te deja realmente sin aliento. Confieso que contuve la respiración por algunos segundos mientras me dejaba cautivar por el brillo de los cristales.

Terminé el recorrido en el segundo piso, con los cuartos de cada uno de los integrantes de la familia Cousiño, una lástima que algunos de ellos se perdieran en un incendio. Pero afortunadamente, otros aún conservan muchas piezas originales,. Nunca había estado tan cerca de camas de aquella época, tan clásicas como elegantes.

Santiago es sencillamente un lugar mágico que nos permite conocer su historia en sus calles, apreciar sus colores en sus árboles y descubrir lo más hermoso de la vida en las cosas más sencillas. ¡Sólo debes saber dónde mirar!

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